Muchos fanáticos del póker se sienten atraídos por la emoción del juego, pero evitan activamente cualquier cosa que pueda requerir cálculos o tener que hacer un poco de matemáticas. Esto es comprensible, por supuesto, pero mientras que en un mundo ideal la mayoría de nosotros preferiría usar nuestras increíbles habilidades psicológicas, deseando poder leer la mente, la realidad es bastante diferente.
Es un hecho de la vida del póker que gran parte del juego se basa en hechos matemáticos y estadísticos sólidos. Y podemos dividir esto en distintas categorías. En primer lugar, están las ‘verdades’ matemáticas fundamentales y completamente defendibles, como el hecho de que los ases de mano tienen aproximadamente un 81% de posibilidades de vencer a los reyes de mano, o que si tenemos un proyecto de color en el Flop, tenemos aproximadamente un 35% de posibilidades de completarlo en el river. Estos números nunca cambiarán, al igual que el lanzamiento de una moneda siempre será 50-50. Estos son hechos “fijos” que pueden formar la base inicial sobre la que tomamos decisiones en la mesa.
Por supuesto, en lugar de recordar las probabilidades de que esto o aquello suceda, siempre podríamos, si así lo deseáramos, resolverlo por nosotros mismos cada vez. Pero eso sería ridículo cuando los hechos ya están disponibles para nosotros. La mayoría de los jugadores, entonces, se sirven de este tipo de información de antemano para no tener que reinventar efectivamente la rueda cada vez que se enfrentan a una decisión.
Sin embargo, aunque el póker es lo suficientemente complejo como para que invertir en el aspecto psicológico sea una necesidad absoluta, no es de extrañar que sea un juego de números. Y, como tal, nos enfrentamos innumerables veces con situaciones estadísticas que nos presentan opciones que, por definición, tienen implicaciones matemáticas inherentemente distintas.
Cualquiera que tenga algún tipo de aspiraciones serias con respecto a su carrera en el póker, incluso los jugadores recreacionales que quieran aprovechar al máximo el tiempo que dedican, no solo debe estar preparado para ensuciarse las manos en términos de matemáticas, sino también para hacer las paces con esta verdad. Cuanto más nos acostumbremos al pensamiento matemático como parte necesaria del juego, más podremos tomar decisiones más informadas, precisas y, en última instancia, más rentables.
Además, con esto en mente, es lógico pensar que cuanto mejor nos familiaricemos con las matemáticas en el póker, mayor será nuestra ventaja sobre aquellos jugadores que, por alguna razón, no ponen el mismo nivel de esfuerzo y preparación. Ya es significativo el hecho de que estemos invirtiendo en botes cuando está matemáticamente justificado, mientras que muchos de nuestros oponentes están apostando fichas basándose en consideraciones lamentablemente insuficientes. Esto por sí solo debería ser la motivación justa que necesitamos para jugar al juego de los números.
Calcular los outs, las probabilidades del bote, las probabilidades implícitas, los porcentajes de equilibrio, la regla de 4 y 2, la equidad del bote, cómo cambian las probabilidades según la cantidad de jugadores, el valor esperado … Dependiendo de cuán interesados estemos en mejorar y en ver que nuestra banca comienza a incrementarse, será de ayuda si podemos abordar gradualmente todas estas partes del póker relacionadas con los números hasta que hayamos establecido un enfoque del juego completo y matemáticamente cohesivo.
¡Buena suerte en las mesas!